lunes, 28 de junio de 2010

Steping

Me acuerdo que una vez dije: nada es lo que parece.
Estuve ese mismo día dando tumbo por las veredas,
remojándome los pies en el barro austero de los recuerdos.
Era relajarse y mirar al costado,
pero no, uno siempre mira el lado errado.
[Soledad]
Y pareciera que te gusta,
la droga,
la adicción incomprensible a la sustancia humana.
Doscientas doce palabras no bastarán para cambiar la visión de hombre
ni la impuesta
ni la deseada.
Nada: como la muerte y lo desconocido.
Y lo sigo viviendo, no porque no haya otro camino
sino porque se ha transformado en un miembro más,
es costumbre y es dolor arrancarlo de mi cuerpo.

No hay cura pertinente a una carga
sin nombre,
sin fecha.

Me acuerdo dibujando pedacitos de cosas en una muralla negra,
no estaba perdida en ese entonces,
pero los colores eran absorbidos por un
ente que no se supo explicar
y que ahora lanza golpes que envisten
la balanza de acciones.

Es importante decir en estos casos particulares:
la ceguera es la más horrible tragedia humana,
los sueños se vuelven de noche y veranos,
las hadas no logran sus cometidos,
los insensatos se vuelven sabios
y yo me acurruco en algún rincón disponible
entre el barro y el otro lado.