viernes, 9 de julio de 2010

Cursilería

La delicia monstruosa
que dibujan tus pestañas,
acostumbradas a un llanto seco
descolorido y blanquecino
son una de las cosas que perturban cualquier inteligencia como la mía.

No obstante,
escribirte es casi tan doloroso
como tus ojos puestos en el cielo.

El eco de mi mentecita de niña bien,
me dice que lo que quiero es imposible,
contigo lo es
(no por mi, eso es claro).
Lo quiero todo,
pero tu boca de celofán es casi tan imposible
como la desaparición de mis lunas plateadas
cada noche en tu recuerdo.

No me lo imagino de nadie más,
no lo quiero de nada.
Y te dibujo dentro de una ventana
donde el horizonte es tan oscuro como el día
en que no te vi.

Me siento y repito: todo se acaba.
Pero la bendita esperanza regresa
Una,
Dos,
Cinco mil ochocientas trece veces más,
y continúa como un intruso inverosímil
con una promesa quebrantable,
y un deseo incumplido.

lunes, 28 de junio de 2010

Steping

Me acuerdo que una vez dije: nada es lo que parece.
Estuve ese mismo día dando tumbo por las veredas,
remojándome los pies en el barro austero de los recuerdos.
Era relajarse y mirar al costado,
pero no, uno siempre mira el lado errado.
[Soledad]
Y pareciera que te gusta,
la droga,
la adicción incomprensible a la sustancia humana.
Doscientas doce palabras no bastarán para cambiar la visión de hombre
ni la impuesta
ni la deseada.
Nada: como la muerte y lo desconocido.
Y lo sigo viviendo, no porque no haya otro camino
sino porque se ha transformado en un miembro más,
es costumbre y es dolor arrancarlo de mi cuerpo.

No hay cura pertinente a una carga
sin nombre,
sin fecha.

Me acuerdo dibujando pedacitos de cosas en una muralla negra,
no estaba perdida en ese entonces,
pero los colores eran absorbidos por un
ente que no se supo explicar
y que ahora lanza golpes que envisten
la balanza de acciones.

Es importante decir en estos casos particulares:
la ceguera es la más horrible tragedia humana,
los sueños se vuelven de noche y veranos,
las hadas no logran sus cometidos,
los insensatos se vuelven sabios
y yo me acurruco en algún rincón disponible
entre el barro y el otro lado.

sábado, 29 de mayo de 2010

Aviso de utilidad pública

No escribo en niguna forma posible, hasta nuevo aviso.

miércoles, 31 de marzo de 2010

No
Sé escribir,
No
Es pensar,
No
Lloro y duele,
No
quiero algo de nadie,
No
Pensaba que fuera tanto,
No
Podía verlo,
No
Me quedé adentro,
No
Parecía yo misma,
No
me importó.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Testamento:
Debo admitir ciertas cosas en la vida, sí. Admito que no tenía idea en lo que me estaba metiendo cuando te hablé la primera vez. Admito también que ni ahora ni nunca seré lo que quieren que sea.
Sí, confieso ciertas cosas que no te digo, pero que todo mi mundo me dice que es.
Interrogo cada espacio visible del universo (de forma exagerada, porque no me queda de otra), para saber que falla dentro de lo que soy. Sí, me siento culpable por insistir en las cosas que ya nadie insiste.
La mentira, la rutina y el MSN, son las peores armas de los malos entendidos, por tanto de cada pelea inútilmente declarada.
Lo siento, no sabía, no entendía absolutamente nada de nada. Y espero que la dignidad que alguna vez tuve, regrese incauta a mí. Una broma errante un chiste mal contado, de un pintor mediocre, que dibujaba árboles rojos en las paredes panfleteadas.

La muerte:
Es así como Ginebra pereció (CULPABLE). Había muerto hace un par de días y el dolor era nihilista. Nadie reconoció su cadáver pálido en medio de la calle. Le vieron alguna vez pasar por la vía pública y nadie la recordó allí, tendida inerte.
No tenía belleza alguna. La oscuridad solo le brindaba un atisbo de luminosidad, en el rubor de sus labios color violeta. Un par de flores amarillas cubrían su pelo oscuro, como la muerte que la mantenía impávida. SOLA. Ya no olía a nada más, su piel de jazmín era un recuerdo borrado.

Epigrama:
Después de la Luna,
Un beso reseco.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Papel celofán

Por eso decía ¡silencio!
por eso, se retorcía colorado por la habitación.
No era sin razón o cuestión su actitud imperante frente a mi,
no era absolutamente un sin sentido.
Su enfado,
la mezcla de cólera
destilada con amargura,
tenían una antecedente:

Mi boca de Celofán...

jueves, 15 de octubre de 2009

She

Me dije:
¡Silencio!
¡Shhhhhhhhh!
pero esas dos palabras se repetían,
una y otra vez.
Como martillazos inconfundibles,
como un placer desquiciante,
porque quería seguir oyéndolas.

ESQUIZOFRENIA?
tal vez era solo atracción.

Pero yo seguía mirando de reojo.
por el rabillo del ojo primero,
después ladeé un poco el rostro por que apenas distinguía la forma de su cara.
Hasta que descaradamente me volteé hacia él.
Lo miré harto rato,
por si se daba cuenta.

Y las dos palabras se seguían mezclando
en mi conciencia,
como agujas me pinchaban el cerebro,
provocando espasmos eléctricos.
Esa corriente llegó a mi lengua.

Una estatua frente a otra inmóvil,
por que el chiquillo parecía muerto.
pero era un muerto atractivo.
Como el de García Márquez.

Y no dije ni pío.
y esas dos martillantes palabras se repetían.

Pasó como una hora
y yo tenía los dedos sobre mi boca.
Le eché otro vistazo.
Seguía ahí, tan tieso y atractivo como al principio.

Dos palabras taladrando...

Y me escocían los ojos de la rabia
porque no podía decirle nada
y las dos palabras se tropezaban en mis labios.

El se dio vuelta, se acercó un poco
me miró con fuerza a los ojos y dijo:
¡Dilo de una vez!

Dilo de una vez...
me repetí.

¡ME VOY!

Y las dos palabras explotaron en mi cabeza,
como mi cara cuando su puño tocó mi mejilla.