martes, 31 de julio de 2007

mirada fugitiva,
escurridiza
¿por qué huyes de mi?
pequeña e inscensata mirada
horribles sentimientos provocas

mi corazon es pequeño,
mis latidos se aceleran,
y tu, mirada
no haces nada por mi
ni por mi dolor.

tu ausencia me arrebata

El Rincón



Ahí , en aquel rincón donde mucho tiempo estuvo olvidado. Sacudido por los años su color y sus costuras están arruinadas.


Intentó moverse, escapar de ese lugar, quiso hablar, pero su boca no emitió una sola palabra, quiso tomar impulso y levantar sus patas para caminar. Deseaba con todas sus fuerzas salir de ese rincón oscuro donde su vida se había consumido.

Cuando vio que ya nada podía hacer, y su intento por mover sus piernas y brazos eran inútiles, cayó de su rostro algo que se deslizó rápidamente por su mejilla, sin llegar al suelo. Trató de mirar la habitación, pero no... no pudo hacerlo, con nitidez, entonces comprendió que algo le faltaba.

Elevó su vista al cielo y luego al piso, buscó una respuesta. Observó su cuerpo, estaba completamente roído y sucio. Por un instante cerró su ojo y pensó... era su fin.

De pronto una extraña sensación se apoderó de cada fibra de su cuerpo. La habitación que antes era fría y solitaria, mostraba ahora un aire de infancia e ingenuidad. Fué recorrido por una brisa, que afirmó sus brazos y patas a su cuerpo que estaba muy esponjado, sus ojos se aferraron firmemente a su rostro, su piel tomó un nuevo brillo. Todo volvió a ser nuevo, se sintió vivo.

Otra vez volvió a jugar, a ser el protagonista de mil y una aventuras. Era útil e importante, disfrutaba cada momento y esperaba con ansias el día en que aparecieran esas manitos que lo acariciaban y transformaban en el máximo héroe que en la historia podía existir.

Un día sentado en lo alto de una repisa, anhelando conocer las nuevas proezas que haría, observó detenidamente aquel rincón, al principio no vio nada, pero cuando volvió a dirigir su vista a él, captó una silueta que le resultó muy familiar. Su rostro tomó una tristeza profunda...

En aquel rincón aún estaba el oso de felpa con sus brazos, patas y cabeza descosidos y su ojo izquierdo colgaba de una hebra de hilo que lo sostenía débilmente.