jueves, 20 de noviembre de 2008

Microamantes

Subieron juntos a la G18, con la indiferencia común de quienes tienen alguna rencilla por ahí. Se sentaron en el último asiento de la micro. Ella miró siempre hacia la ventana. Él de reojo la observó un par de veces. Ella con su frialdad correspondiente, no hizo más que esbozar una sonrisa falsa, cuando se dió cuenta que llegaba al paradero de la calle Carlos Dávila.
Como quién se burla del destino solitariamente, él pensó en que pronto llegaría a casa a ver a sus dos hijos.



* Un cuento que escribí para Santiago en 100 palabras, con el que por supuesto no gané

1 comentario:

Emersson pérez dijo...

nadie mijita , nadie digno


la wea pica saludos amiga